Historia clínica completa: Evaluación de síntomas: sangrado rectal, cambios en el hábito intestinal, dolor abdominal o pérdida de peso.
Exploración física: Palpación abdominal para buscar sensibilidad o masas.
Pruebas de laboratorio: Hemograma: detección de anemia, indicativa de sangrado crónico.
Endoscopia digestiva: Permite la visualización directa de los pólipos, que pueden ser sésiles (planos) o pediculados (con tallo).
Estudios de imagen: Tomografía computarizada (colonografía por TC): imágenes detalladas de la mucosa intestinal, útil para identificar pólipos mayores a 5 mm.
Estudios de imagen: Tomografía computarizada (colonografía por TC): imágenes detalladas de la mucosa intestinal, útil para identificar pólipos mayores a 5 mm.
Detección temprana: Permite identificar pólipos en sus etapas iniciales, incluso antes de que presenten síntomas.
Procedimiento mínimamente invasivo: No requiere incisiones ni cirugía abierta, lo que reduce riesgos y tiempo de recuperación.
Extracción en tiempo real: Es posible remover los pólipos durante el mismo procedimiento, evitando procedimientos adicionales.
Prevención del cáncer: Al eliminar pólipos, se disminuye significativamente el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Diagnóstico preciso: Permite obtener biopsias para confirmar si los pólipos son benignos o malignos.
Recuperación rápida: Generalmente, el paciente puede retomar sus actividades normales el mismo día.
Monitoreo continuo: Facilita la vigilancia regular en pacientes con riesgo de desarrollar pólipos recurrentes.